lunes, 3 de octubre de 2011

El radicalismo liberal del siglo XIX tenía razón, la felicidad es mejor que un buen PIB.
Por: Hugo Neira Sánchez
Leyendo el articulo “Bután un reino en busca de la felicidad”, del periódico de “El Tiempo”, del día sábado 24 de septiembre de 2011, donde se manifiesta que este pequeño reino situado en las alturas del Himalaya colindante con Nepal, su objetivo de desarrollo no es mejorar el PIB, sino la felicidad  de todos sus habitantes, demostrando que esto es mucho  mejor que el mejor PIB, como lo buscamos en nuestras republicas democráticas, reivindica a nuestros políticos liberales del siglo XIX.
Lo más asombroso es que esta felicidad para todos,  fue lo que el radicalismo liberal hace casi 150 años en la mitad del siglo XIX estuvo buscando e imponiendo para Colombia, en su forma de gobernar y con su constitución de 1863, o sea la de Rionegro. Su ideal político estuvo basado en la filosofía del “Utilitarismo”, donde se declaraba que lo que hacia la felicidad de la mayoría, era lo que se debía adoptar. Ezequiel Rojas el ideólogo y fundador del partido liberal, defendió toda su vida la filosofía del  “Utilitarismo”, cuya única función principal era encontrar la felicidad por medio de las leyes, las difundió en todas sus cátedras, escritos y  fue base para fundar el partido Liberal. Pero a diferencia del Bután moderno, aquí si hubo una seria oposición a esta idea ya que según el señor Caro, eminente dirigente conservador, y de la Iglesia Católica de la época, esta filosofía  se oponía a las enseñanzas de la Iglesia Católica, donde la felicidad solo se alcanzaba  en su seno con sus enseñanzas. Caro era tan enfático sobre el “Utilitarismo”  pues expresaba: “No hay en el mundo cosa más opuesta al cristianismo que lo es el “Utilitarismo”, y siéndolo, nada hay tampoco ni mas aciago para la sociedad ni más nocivo para la juventud… mina la organización social, insinuando en instituciones y costumbres la desconfianza… y envenena la juventud, empañando la mente con los vapores del sensualismo”. La autonomía de decidir como persona pensante su bienestar, es lo que separa el utilitarismo y el radicalismo liberal del conservador. El conservador predica una guía divina religiosa que debe ser base de la iniciativa de felicidad, enmarcada en  el respeto de la autoridad, la práctica de la religión, y la adhesión a la moral que ella implica. Caro el gran ideólogo conservador del siglo XIX, y fanático religioso llevo su odio contra Rojas hasta su muerte, solicitando no fuera enterrado en un cementerio católico,
La enseñanza  del “Utilitarismo” apareció en las universidades de Bogotá, después de la Independencia, fue prohibida por Bolívar por instancias de la iglesia católica, vuelta a renovar por Santander, aplicada en el radicalismo Liberal   y eliminada completamente a la llegada de Núñez al poder.
El pequeño reino de Bután, en el Himalaya, es conocido internacionalmente por dos co­sas: unas tasas elevadas para la obtención de visados, que redu­cen la afluencia de turistas, y su política de fomento de la "felici­dad nacional bruta", en lugar del crecimiento económico.
El PIB si se mira escuetamente es una medida económica que satisface realmente a los economistas, pero que deja a la mayoría de los ciudadanos insatisfechos en sus necesidades, en su felicidad y al vicepresidente Angelino.. La estadística es la herramienta para llegar a estas cifras, pero muchas veces estas cifras esconden las necesidades reales, como por ejemplo  el salario básico de $190.000 de polémica,  la satisfacción de comerse un huevo diario todos los colombianos  por la producción global avícola nacional diaria, pero el economista que está satisfecho con sus datos,  no conoce que muchos se comen 2 a 5 huevos, dejando a la mayoría sin huevo,
Desde tiempos antiguos, se ha considerado buena la felicidad. Los problemas sur­gen cuando intentamos definirla y calibrarla, como paso con nuestro radicalismo. Una cuestión importante es la de si consideramos que la felicidad es el excedente de placer respecto del dolor experimentado en toda una vida,  o el grado de sa­tisfacción con nuestra vida
El “Utilitarismo” trataba de encontrar los momentos positivos  de  las personas y después sustraer los negativos. Si el resultado es substancialmente positivo, consideramos feliz la vida de la per­sona; si es negativo, la conside­ramos desdichada. Así, pues, pa­ra calibrar la felicidad definida de ese modo tenía que to­mar al azar momentos de la exis­tencia de las personas e intentar averiguar si están experimen­tando estados mentales positivos o negativos. Según el autor del artículo Peter Singer *, países como Nigeria, México, Brasil y Puerto Rico obtienen buenos resultados en esta forma, lo que indica que la respues­ta puede tener más que ver con la cultura nacional que con indi­cadores de objetivos como sa­lud, educación y nivel de vida.
Un segundo planteamiento es el de preguntar a las personas: "¿Está usted satisfecho de cómo ha sido su vida hasta ahora?" Si dicen que están satisfechos o muy satisfechos, son felices, no desdichados, pero la cuestión de cuál de esas formas de entender la felicidad refleja mejor lo que debemos promover plantea cues­tiones de valor. Cuando se adopta el segundo planteamiento, suelen ser los países más ricos, como Dinamar­ca o Suiza, los que ocupan los primeros puestos, pero no está claro si las respuestas de las per­sonas a las preguntas de las en­cuestas en lenguas y culturas di­ferentes significan de verdad la misma cosa.
Para muchos la felicidad es subjetiva, entonces como hace para que un país como Bután, tome un parámetro como la felicidad, como un objetivo principal dejando el PIB, que es el ídolo de desarrollo de la mayoría de los países del mundo, por fuera?.
El Centro de Estudios del Bután, creado por el Gobierno del Bután hace 12 años, está elaborando actualmente los resulta­dos de las entrevistas con más de 8.000 butaneses. En dichas entre­vistas se registraron tanto facto­res subjetivos, como, por ejem­plo, hasta qué punto están satisfe­chos los entrevistados con su vi­da, y factores objetivos, tales co­mo el nivel de vida, la salud y la educación, además de la partici­pación en la cultura, la vitalidad de la comunidad, la salud ecológi­ca y el equilibrio entre el trabajo y otras actividades.
Está por ver si los diversos fac­tores se correlacionan bien. In­tentar reducirlos a un número requerirá juicios de valor difíciles. Bután tiene una Comisión de la Felicidad Nacional Bruta, presidida por el Primer Ministro, que examina todas las nuevas propuestas presentadas por los ministerios del Gobierno. Si se llega a la conclusión de que una política es contraria al objetivo de promover la felicidad nacio­nal bruta, se la devuelve al mi­nisterio para que la revise. Sin la aprobación de la comisión, no puede seguir adelante.
En julio pasado, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó, sin oposición, una resolución patrocinada por Bután en la que se reconocía la bús­queda de la felicidad como un objetivo humano fundamental y se tomaba nota de que dicho objetivo no se reflejaba en el PIB. La resolución pedía a los Es­tados miembros que adoptaran medidas suplementarias que reflejaran mejor el objetivo de la felicidad.
Sera que la felicidad es un objetivo más igualitario que el PIB?. Tendrá que nuestro vicepresidente Angelino ponerlo sobre el tapete político para que nuestro gobierno lo tome en cuenta?.
La utopía del radicalismo liberal del siglo XIX es realidad en el reino de Bután en el siglo XXI. Ojo señor presidente Ud. es liberal.