Menos Borrachos, menos muertos.
La
noticia del año pasado para proteger a la mayoría de la ciudadanía
colombiana fue que con 104 votos a favor y 2 en contra, fue aprobado
en cuarto debate el proyecto de ley (Ley 1696 de 2013) que endureció las
sanciones administrativas y penales a los conductores que manejen en estado de
embriaguez. Drástica o no drástica, lo cierto es que bajaron en las fiestas
decembrinas las muertes por esta medida
En las fiestas de fin de año que acaban de pasar, los accidentes de
tránsito en Colombia disminuyeron un 68 por ciento. Excelente. Los accidentes
mortales bajaron 63 por ciento. Mejor todavía. En cambio, hace apenas un año,
en el 2012, cada hora y media moría un colombiano en tragedias de tráfico. El promedio
era aterrador: en 2012 hubo 5.693
muertos. (Gossain)
Pero como
todo en Colombia primero es la ley (eso decían los Nazis cuando llevaban a los Judíos
a los hornos crematorios) y luego los ciudadanos, ya hay peros y demandas
contra esa ley que era necesaria y, lo peor es que siguen delinquiendo estos
borrachos.
Filiberto
Restrepo Sierra, constitucionalista y exdirector de Tránsito de Antioquia, dice
que la ley va en contra de principios que están en el Código de Tránsito,
asegura que la ley que endureció las sanciones para los conductores ebrios “anuló”
el debido proceso y acabó con la doble instancia, principios constitucionales
que están en el aún vigente Código de Tránsito.
Por eso,
Restrepo dice que si la Ley 1696 de 2013 pasa el examen de la Corte
Constitucional, la demandaría junto con unos colegas. Sera que la vida en
Colombia no vale nada. Porque en lugar de eso no demandan a la Nación por haber
dejado en libertad al cantante de la FARC, manchado en sangre colombiana, con el pretexto de tener la salud en mal
estado, siendo que lo tenían en un cuartel Venezolano, bien alimentado etc.,
tanto que agradeció públicamente las gracias al amigo de Santos el señor
Maduro.…
No nos vaya a salir con el cuento del mismo Procurador
con el caso Petro; su concepto preferido “El ordenamiento Jurídico” ¿Cuál
ordenamiento cuando se ve que cada uno coge la ley, la acomoda a sus
principios, la interpreta y como quiere y hace sus demandas más como “ego”
personal, sin importar las víctimas? Es un estado de derecho donde la mayoría
de los colombianos no entendemos, protección a quién? al victimario o a la víctima?
La democracia es lo mejor del mundo,
pero cuando se pasa a libertinaje jurídico es una “plaga” mortal a nuestra
esencia de Nación, democrática y libre.
Las medidas
drásticas son necesarias para mostrar a la gente que tienen protección de un
Estado, medidas blandengues como piden estos señores juristas contradicen las
medidas que tomo nuestro prócer Santander “el hombre de las leyes” cuando
sintió que la patria estaba en peligro después de la Batalla de “Boyacá”, y
fusilo a Barreiro y 32 compañeros más uno borracho que paso por la plaza de Bolívar
donde tenían a estos y grito “ahí vienen los españoles”, sin juicio alguno.
Si estos
señores ganan esta demanda, como el chapulín colorado quien nos salvara?
Las
cifras, tercas y desalmadas, demuestran que nos estaban haciendo falta esas
leyes rigurosas que acaban de aprobarse y, que en pocos días, produjeron
resultados tan alentadores. Lo desalentador es que perdimos diez años
discutiéndolas, en medio de las zancadillas que ponían los mercaderes de licor
y el propio Estado, que vive del trago y sus impuestos. En Colombia siempre
sabemos lo que pasa, pero nunca sabemos quién lo hace. (Gossain)
Una cosa
son los conductores borrachos y otra los borrachos de todo género, pues en el mundo entero la droga genérica llamada “licor”
es la primera causa de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años. Lo más insólito es
que el 90 por ciento de esos accidentes se produce en los países más pobres,
que son los que menos carros tienen, pero los que más trago beben. (Gossain)
En América
Latina estamos en el séptimo lugar de bebedores con 6.3 litros anuales por
habitante, pero allí no cuenta con la cantidad de licor que se vende violando
la ley, y eso que a lado dé cada caja registradora, hay una placa de plástico
rojo donde dice: “Ley 124 de 1994. Prohíbase el expendio de bebidas
embriagantes a menores de edad”. No hay motivo para asombrarse. No lo hay.
Estamos en un país donde la gente dice frescamente que, hecha la Ley, hecha la
trampa (Gossain)
La más
grande, completa y confiable exploración social que se ha hecho en el país
sobre el alcoholismo juvenil estuvo a cargo de los ministerios de Educación,
Justicia y Salud, apoyados por las Naciones Unidas, la OEA y el gobierno de
Estados Unidos. Cubrió a 95.303 estudiantes de secundaria en más de mil colegios
de 27 departamentos. (Gossain)
Sus
hallazgos son aterradores. Dos de cada tres estudiantes han consumido licores
antes de cumplir 11 años de edad. El 44 por ciento de ellos asiste a colegios
privados y el 34,5 por ciento, a los públicos. El 60 por ciento de los alumnos
de último grado de bachillerato bebe alcohol por lo menos una vez a la semana.
Las regiones con mayores índices de alcoholismo juvenil son: Boyacá, Antioquia,
Risaralda, Bogotá y Caldas, que cubren el 50 por ciento del consumo nacional. Los
indicadores más bajos están en Sucre, Magdalena y La Guajira, que ya van
llegando al 25 por ciento. (Gossain)
El problema más
grave es que el Estado, no ha determinado que ser borracho es una enfermedad y,
que debía declarar como una epidemia publica como lo está haciendo con el
cigarrillo y, no fomentar para sus rentas las fiestas alcohólicas con su
consumo incluido.
Cuando se vendió
“Hidroprado” perteneciente realmente al departamento del Tolima, insistí que el
departamento no lo debía hacer, pues
debía cambar su actitud cantinera por producir energía para las rentas, se
atravesó el exsenador García quien vive cómodamente en Paris, esperando su
indemnización millonaria, según el para que rehacer su honor, por su retención
injusta, acepto la venta de este bien, manifestando que nosotros los tolimenses
no éramos capaces de manejar la producción de energía. Lo cambio para su
interés público, por carreteras rurales para sus votos “cautivos”. Inversión
que no supimos como lo hicieron. Además manifestó que era una bicoca lo que recibía;
$3.000 millones anuales, por la generación de “Hidroprado”, Aproximadamente
unas 100.000 botellas de aguardiente, que dejaría de embrutecer más tolimenses
y, realizar más crímenes. Pero estos son nuestros políticos, primero ellos y
después los demás. Rentas de licor y educación no compaginan
Diferente a
los Antioqueños quienes están cambiando su licorera, cuyos productos son muy
apetecidos en los mercados, están cambiando esta empresa muy rentable por la
hidroeléctrica de “Ituango”, allí se dieron cuenta que no se puede seguir envenenado
a la juventud, ni al resto de los ciudadanos.
Gossain Juan Especial para ELTIEMPO. Nos preocupa solo
el accidente o también el borracho? El Tiempo. 14 de Enero del 2014.Bogota.