martes, 6 de noviembre de 2012


Las enfermedades que nos gobiernan

Este es un titulo de un libro de hace cuarenta años donde  dos franceses, Pierre Accoce y Pierre Rentchnick, llamaron “Ces malades que nous gouvernent”, demostraron con hechos históricos de la época, que dirigentes importantes en el Mundo, como: Churchill, Stalin, Roosevelt, Charles de Gaulle, Franco etc., las enfermedades que tenían influyeron gravemente en sus acciones políticas.
Por eso las enfermedades del Presidente, Vicepresidente, Chávez, el alcalde de Cartagena, el alcalde de Bogotá para poner unos ejemplos, los colombianos no los podemos pasar por alto, y no considerar  a quienes indagan como unos entrometidos, opositores etc, no es un chiste  pues sus mandatos nos afectan y dependen de su salud. 
Se dice que la salida de tono de Rodríguez Zapatero en la Secretaría General del PSOE y, sus caprichos pintorescos, se debía al  Alzheimer. No se  debía a su imaginación o a algunas alegrías en reuniones con amigos. Ahora quizás piensen en la dolencia. El Estatuto de Cataluña, que debería ser declarado inconstitucional, fue  audaz   y recibió su  apoyó y, esto envalentono a ETA y a los demás independentistas   deteriorando el Tribunal Constitucional.
Franklin Delano Roosevelt, cedió ante Stalin en la reunión de Yalta (Rusia) casi toda la Europa Oriental, y todo lo que le pedía para acortar negociaciones, ahorrándose largos sufrimientos.
Stalin, ya inmerso en su lastimoso estado de salud, se convirtió en un dictador paranoico, que sumió a su país en purgas terribles.
Francisco Franco, el dictador español quien sobrevivió a Hitler y Mussolini luego de hacer causa común con ellos, fue un caso creciente de arterioesclerosis, insuficiencia cardíaca y enfermedad de Parkinson (particularmente durante sus últimos 15 años), que le ocasionaron a la postre un colapso lastimoso que liquidó al otrora gran caudillo. Su aliado portugués el Primer Ministro Antonio Salazar padeció de arteriosclerosis, infección renal, infartos y demencia senil en las postrimerías de su carrera gubernamental La mortal enfermedad de Franco en 1975, lo debilito en sus acciones: quien antes era inflexible  le permitió al rey Hassan II de Marruecos lanzar su “Marcha Verde” para apropiarse del Sahara.
El académico Ricardo Rueda González (colombiano) se dedicó a investigar y a conseguir datos sobre la historia médica de Winston Spencer Churchill, logrando en medio de apuntes de aquí y de allí, y  elaboro  un estupendo libro con ese título, en buena hora publicado por la Universidad Javeriana. En el Alberto Dangond Uribe, experto en el tema, dice lo siguiente de Churchill: "En el curso de esa larga vida, tan intensa y tan activa, la envoltura mortal de Winston Churchill atravesó con éxito, peligros innumerables, accidentes y enfermedades de diversa índole. La lista parecería interminable: .... erisipela, neumonía, fractura del fémur, forunculosis, luxación del hombro, gripe, apendicitis, fiebre tifoidea, angina de pecho, conjuntivitis, hernia inguinal, espasmos arterio-cerebrales, arteriosclerosis, faringitis, bronconeumonía, ictericia, obstrucción arterial, osteoporosis y varios episodios de accidentes cerebro-vasculares..."  Un admirado estadista que parece casi no se bajo de la cama, murió unos dos meses después de haber cumplido su nonagésimo aniversario y a los 9 días de haber entrado en coma por un tercer y último accidente cerebro vascular. Fue un hombre extraordinario, el mejor estadista que ha tenido Inglaterra y uno de los personajes más importantes del siglo XX.
Gamelin (militar Francés) y Mussolini (dictador Italiano), según los autores del libro, tenían un rosario de enfermedades: daños neurológicos graves, síntomas siquiátricos .movimientos anormales, contracciones constantes de los músculos, irresponsabilidad, modificaciones de personalidad, euforia, a veces hiperactividad, y siempre un delirio megalomanía, desaparición del sentido crítico, e incoherencia profunda en su comportamiento.
El Fuhrer, de quien dependieron millones de seres diezmados por sus políticas de limpieza étnica y genocidas, y el destino de tantos millones de seres, la dependencia de tal hombre, fue escalofriante. Se le vinculan sus patologías a las siguientes manifestaciones registradas en el crucial año 1944-45 (año del desenlace final de la Guerra): “temblores constantes, falta de concentración del pensamiento, divagación de la memoria, crisis epilépticas...”. El Fuhrer terminaría suicidándose ante el fracaso de todas sus delirantes pretensiones
Eisenhower, el sucesor de Roosevelt fue fumador empedernido (más de dos paquetes diarios de cigarrillos), un caso de tensión arterial y cardiopatías así como varios infartos (moriría en silla de paralítico poco tiempo después de su segundo mandato). Su segundo mandato presidencial fue deslucido y controversial -en comparación al primero. En ese período se dio la embarazosa crisis de los aviones espías norteamericanos sobre el cielo la URSS (uno de los cuales es derribado); la imprudente decisión de enviar a su Vicepresidente Richard Nixon a una gira latinoamericana en momentos en que soplaba en la región una ola anti-estadounidense por el anterior apoyo de ese país a dictaduras recién caídas, lo que casi le cuesta la vida a Nixon al ser atacado en la Caracas post-Dictador Pérez Jiménez por turbas hostiles.
John Kennedy, además de haber padecido apendicitis e ictericia cuando joven, tuvo una severa lesión vertebral cuyas secuelas le acompañarían toda la vida, y posteriormente una seria infección estafilocócica. Sufrió durante su gestión gubernamental de insuficiencia suprarrenal y de la enfermedad de Addison, lo que lo sumió en un tratamiento crónico a base de cortisona, y, a mayor deterioro, en inyecciones de anfetaminas (a espaldas de sus doctores); todo lo anterior causante a la postre de un cuadro de depresión, irritabilidad, y trastornos psíquicos, algo muy distinto de la fachada de buen mozo y jovial que se afanaba en preservar externamente. Toda la anterior carga de acumulados achaques convirtió a Kennedy en una especie de hipocondríaco. Esto hacia que muchas reuniones importantes, se tuvieran que aplazar, para que el pueblo estadunidense no se diera cuenta de su estado de salud.
Mao Tsé-Tung (el gran líder de China comunista)  fue un fumador empedernido y padeció un cuadro de creciente degeneración que incluyó arteriosclerosis, infartos y demencia senil; en uno de esos episodios declaro la delirante y funesta  “revolución cultural”, que casi acaba con la China intelectual y científica, impulsada en particular por su esposa y su camarilla acompañante, la cual se aprovechó en forma desmesurada del vació de poder causado por las indisposiciones del decadente líder,  mientras su Primer Ministro, Chu En-Lai, sufría  de cáncer con metástasis en el hígado.
Cae a “dedillo” en Colombia lo que los autores del libro manifestaron: Para mayor seguridad de los pueblos los Jefes de Estado deberían ser sometidos a exámenes de salud integral frecuentes y esmerarse en tener una vida sana, y a falta de una disposición del gobernante a reconocerlo, el facultativo debería tener la potestad de dictaminar:“No señor Presidente, así usted no está en condiciones de seguir gobernando”, ó incluso a ir a una advertencia pública como recurso último si lo que estuviera en juego así lo ameritara
Fuera de los políticos que menciona el libro, existen otros políticos posteriores, que han tenido en sus manos el futuro del Mundo;
Ronald Reagan, por ejemplo, padeció del Mal de Alzheimer ¿Explica ello sus no infrecuentes lapsos y confusiones sobre los nombres de países y capitales, algo más bien embarazoso para un país empeñado en un preponderante liderazgo mundial?
El pasado alcohólico y de consumo de drogas de George Bush y las secuelas que pudiera haber dejado en el organismo del Jefe de Estado.
En Ecuador, Buccaram fue declarado “loco” por el Parlamento de ese país por sus excentricidades mercuriales y, destituido del cargo. Idagoras Fuentes en Guatemala fue un caso análogo aún más notorio.
El caso de Chávez no ha sido único en Venezuela. El controversial “Cabito” Cipriano Castro padecía de una afección renal que le hizo descuidar sus funciones públicas, y terminar viajando a Alemania a operarse. Aprovechado esto su compadre Juan Vicente Gómez,  le dio un “golpe de estado”  ocupando su cargo. Gómez, a su vez, moriría años después aquejado de la próstata, luego de una larga dictadura que entregó el país a la industria petrolera internacional e impulso un férreo yugo nacional
Sigmund Freud, al tiempo que advirtió el peligro de los líderes “tocados”, admitió también que “los locos, los visionarios, los alucinados, han desempeñado grandes papeles en la historia de la humanidad”. El mismo Libertador Simón Bolívar de vez en cuando acusó algunos rasgos de delirios visionarios (recordemos su “Delirio sobre el Chimborazo”), excentricidad, y hasta “locura”. En relación a esto último en misiva a Santander en 1824, llego a reconocer: “Además me suelen dar de cuando en cuando unos ataques de demencia, aun cuando estoy bueno, que pierdo enteramente la razón”.
Cabe recordar la frase de Bolívar: “Son ciudadanos virtuosos (sanos), más que leyes, los que hacen las repúblicas”.
Podíamos seguir mencionando cientos de líderes, que cambiaron la historia mundial para bien o para mal, por sus enfermedades que les aquejaba,. Para Colombia fueron funestos los gobiernos de dos ancianos a comienzo del siglo XX y final del XIX que nos llevaron a la guerra de los mil días y a la pérdida de Panamá; Marroquín y Sanclemente.
Es tenebroso pensar que un presidente, dirigente en Rusia, Estados Unidos o en los países que tienen cohetes y armamento nuclear, de pronto sufran el Mal de Alzheimer, y en un momento de crisis, confundan el botón del timbre de su casa, con el botón de disparo nuclear.
Conclusión; las enfermedades que nos gobiernan no las podemos pasar por alto.